
Jorge Román
Neuropsicólogo
Comprender las distintas fases del Alzheimer es fundamental para identificar los cambios cognitivos y funcionales que experimenta el paciente a lo largo del tiempo, permitiendo así una mejor planificación del tratamiento y los cuidados.
A medida que esta enfermedad avanza, las capacidades del individuo se deterioran de manera gradual, desde olvidos leves hasta una dependencia total en las etapas más avanzadas.
El estudio de las distintas fases del Alzheimer ha llevado al desarrollo de escalas clínicas que permiten clasificar su evolución de manera estructurada. Estas herramientas no solo ayudan a los especialistas a realizar un diagnóstico más preciso, sino que también permiten evaluar la progresión del deterioro de forma cuantitativa, facilitando la toma de decisiones médicas y el diseño de estrategias de intervención.
En este artículo, hablaremos de cada una de las fases del Alzheimer, desde los primeros signos de deterioro cognitivo hasta la etapa final de la enfermedad.
Además, abordaremos los principales métodos de valoración cuantitativa utilizados en la práctica clínica, como las pruebas neuropsicológicas y las escalas funcionales, que resultan clave para monitorizar la evolución del paciente y optimizar su manejo.
Fases del Alzheimer según la escala GDS

La enfermedad de Alzheimer progresa de manera gradual, afectando diferentes funciones cognitivas y físicas a lo largo del tiempo. Para describir esta evolución, los especialistas utilizan diversas herramientas de clasificación.
Una de las más utilizadas es la Escala de Deterioro Global (GDS, por sus siglas en inglés), desarrollada por el doctor Barry Reisberg. Esta escala divide la enfermedad en siete fases progresivas, desde la ausencia de síntomas hasta la demencia más avanzada.
La importancia de identificar correctamente las fases del Alzheimer radica en la posibilidad de adaptar el tratamiento, el apoyo familiar y las estrategias de intervención en función del grado de deterioro del paciente.
A continuación, analizamos en detalle cada una de las siete etapas establecidas por la GDS.
GDS 1: Ausencia de deterioro cognitivo (Funcionamiento normal)
En esta primera fase, la persona no presenta signos de deterioro cognitivo. Su memoria, capacidad de razonamiento y habilidades funcionales están intactas, por lo que no se observan cambios en su comportamiento o en su desempeño diario.
Desde el punto de vista clínico, en este nivel no hay diferencias entre una persona sana y alguien que desarrollará Alzheimer en el futuro. No existen síntomas perceptibles ni anomalías detectables en pruebas de evaluación cognitiva estándar.
GDS 2: Deterioro cognitivo muy leve (Olvidos benignos relacionados con la edad)
En esta etapa, aparecen ligeros fallos de memoria, como olvidar nombres, perder objetos en casa o tener pequeñas dificultades para recordar eventos recientes. Sin embargo, estos síntomas son leves y suelen atribuirse al envejecimiento normal.
Las personas que están en esta fase todavía pueden llevar una vida independiente, ya que los olvidos no afectan significativamente su día a día.
Es importante destacar que no todas las personas con este tipo de olvidos desarrollarán Alzheimer, puesto que en muchos casos estos déficits son simplemente parte del proceso de envejecimiento.
GDS 3: Deterioro cognitivo leve (Primeros signos de Alzheimer)
Esta fase marca el inicio de síntomas más evidentes. La persona puede experimentar dificultades para encontrar palabras, olvidar citas o tener problemas para recordar el contenido de una conversación reciente.
También puede haber una ligera reducción en la capacidad de concentración y en el rendimiento en tareas que requieren planificación y organización.
Los cambios pueden empezar a ser notorios para familiares y compañeros de trabajo, aunque el paciente todavía conserva independencia en la mayoría de sus actividades. En esta etapa, los médicos pueden diagnosticar deterioro cognitivo leve (DCL), un síndrome que en algunos casos evoluciona hacia la enfermedad de Alzheimer.
GDS 4: Deterioro cognitivo moderado (Alzheimer leve)
En esta fase, los síntomas se hacen más evidentes y comienzan a interferir con la vida cotidiana.
Los pacientes pueden olvidar información reciente, como lo que han comido o eventos importantes. También pueden experimentar dificultades para realizar tareas complejas, como administrar su economía o seguir instrucciones detalladas. Otros síntomas incluyen:
- Olvido de eventos recientes o detalles personales.
- Mayor dificultad para concentrarse en conversaciones o tareas prolongadas.
- Cambios en el estado de ánimo, como irritabilidad o ansiedad.
En este punto, el diagnóstico de Alzheimer suele ser claro, y es recomendable que el paciente reciba apoyo en la toma de decisiones importantes, como la gestión de sus finanzas o la planificación del futuro.
GDS 5: Deterioro cognitivo moderadamente severo (Alzheimer moderado)
A partir de esta etapa, el deterioro cognitivo afecta de manera significativa la autonomía del paciente.
Aunque aún conserva cierta independencia en actividades básicas, necesita ayuda para vestirse, orientarse en lugares desconocidos o recordar información fundamental, como su número de teléfono o la dirección de su casa. Las características principales de esta fase son:
- Pérdida de la noción del tiempo y desorientación en lugares no familiares.
- Dificultades para tomar decisiones simples.
- Mayor dependencia de familiares o cuidadores para tareas cotidianas.
- Posible aparición de confusión o cambios de humor más frecuentes.
A pesar de las dificultades, la persona aún puede reconocer a sus familiares cercanos y retener recuerdos significativos. Sin embargo, es crucial que reciba supervisión y apoyo para evitar situaciones de riesgo.
GDS 6: Deterioro cognitivo severo (Alzheimer moderadamente avanzado)
En esta fase, el paciente pierde gran parte de su independencia y requiere asistencia constante. La memoria está severamente afectada, lo que puede provocar que el paciente olvide nombres de familiares cercanos, su propia dirección e incluso detalles básicos de su vida. Los síntomas más comunes en esta fase son:
- Pérdida de la capacidad de recordar eventos recientes y, en algunos casos, hechos importantes de su pasado.
- Dificultad para reconocer a familiares y amigos.
- Problemas graves en el lenguaje: dificultad para formar frases completas o comprender instrucciones.
- Cambios en el comportamiento, como agresividad, ansiedad o apatía.
- Pérdida del control sobre funciones básicas como la micción o la alimentación.
En este punto, la persona depende totalmente de sus cuidadores para realizar actividades esenciales. Se recomienda un entorno estructurado, con rutinas predecibles y apoyo constante para minimizar el estrés del paciente.
GDS 7: Deterioro cognitivo muy severo (Alzheimer avanzado)
La última fase del Alzheimer se caracteriza por una dependencia total. En este punto, el paciente pierde la capacidad de comunicarse verbalmente, su movilidad se ve gravemente afectada y necesita ayuda para todas las actividades básicas, como comer, bañarse y cambiarse de ropa. Los principales síntomas incluyen:
- Pérdida completa de la capacidad para hablar o responder a estímulos verbales.
- Incapacidad para controlar los movimientos corporales.
- Rigidez muscular y dificultad para tragar alimentos.
- Altos niveles de vulnerabilidad a infecciones, como neumonía.
En esta fase, el tratamiento se enfoca en los cuidados paliativos, garantizando el mayor confort posible para el paciente. La familia y los cuidadores deben recibir apoyo para manejar los desafíos emocionales y físicos que implica el cuidado de una persona en estado avanzado de Alzheimer.
Importancia de la identificación de la fase en la que se encuentra el paciente

La clasificación de las fases del Alzheimer permite a médicos, cuidadores y familiares comprender mejor la evolución de la enfermedad y adaptar las estrategias de cuidado. Por ello, identificar en qué etapa se encuentra un paciente es fundamental para:
- Ajustar el tratamiento y la medicación según las necesidades del paciente.
- Implementar estrategias de apoyo personalizadas para mejorar su calidad de vida.
- Brindar el nivel de supervisión adecuado en cada fase de la enfermedad.
- Preparar a la familia para los cambios futuros y los cuidados necesarios.
Dado que el Alzheimer es una enfermedad progresiva y no tiene cura, la detección temprana y una planificación adecuada pueden marcar la diferencia en la vida del paciente y su entorno.
Valoración cuantitativa de cada fase

La evolución de la enfermedad de Alzheimer se evalúa a través de distintos métodos de valoración cuantitativa, que permiten medir el grado de deterioro cognitivo, funcional y conductual en cada fase.
Estas herramientas son fundamentales para realizar un diagnóstico preciso, monitorear la progresión de la enfermedad y ajustar los tratamientos y cuidados según las necesidades del paciente.
A continuación, se presentan las principales pruebas utilizadas en la evaluación cuantitativa del Alzheimer.
Evaluación neuropsicológica
Las pruebas neuropsicológicas permiten evaluar el funcionamiento cognitivo del paciente mediante test diseñados para medir memoria, atención, lenguaje, funciones ejecutivas y habilidades visuoespaciales. Algunas de las escalas más utilizadas incluyen:
Mini-Mental State Examination (MMSE)
El Mini-Mental State Examination (MMSE) es una de las pruebas más empleadas en la detección y seguimiento del Alzheimer. Consiste en un cuestionario de 30 puntos que evalúa funciones cognitivas básicas, como orientación temporal y espacial, memoria, cálculo y lenguaje.
- GDS 1-2: los resultados suelen estar dentro del rango normal (27-30 puntos).
- GDS 3-4: se observa un descenso progresivo en la puntuación (20-26 puntos).
- GDS 5-6: el puntaje disminuye significativamente (10-19 puntos), reflejando una demencia moderada.
- GDS 7: la puntuación suele ser menor de 10 puntos, indicando deterioro severo.
Test del reloj
El test del reloj evalúa funciones visuoespaciales y ejecutivas al pedir al paciente que dibuje un reloj con una hora específica. A medida que avanza la enfermedad, la capacidad para completar este ejercicio se ve progresivamente deteriorada.
- GDS 2-3: errores menores en la colocación de números o agujas.
- GDS 4-5: dificultad notable para organizar el reloj correctamente.
- GDS 6-7: imposibilidad de completar la tarea.
Test de fluidez verbal
Evalúa la capacidad del paciente para generar palabras dentro de una categoría específica en un tiempo determinado. La reducción en la cantidad de palabras evocadas es un indicador del deterioro cognitivo.
- GDS 1-3: leve disminución en la fluidez verbal.
- GDS 4-5: descenso significativo en la producción de palabras.
- GDS 6-7: dificultad extrema o incapacidad para completar la prueba.
Escalas funcionales
Estas escalas permiten medir la capacidad del paciente para realizar actividades diarias y evaluar su grado de dependencia.
Índice de Barthel
El índice de Barthel mide la autonomía del paciente en actividades básicas de la vida diaria, como comer, vestirse, asearse y movilizarse.
- GDS 1-3: independencia total.
- GDS 4-5: necesidad de ayuda en algunas tareas.
- GDS 6-7: dependencia total.
Escala de actividades instrumentales de la vida diaria (Lawton & Brody)
Evalúa funciones más complejas, como manejar dinero, hacer compras, usar el teléfono o cocinar.
- GDS 1-3: capacidad intacta o con leves dificultades.
- GDS 4-5: necesidad de supervisión o ayuda.
- GDS 6-7: imposibilidad de realizar estas actividades.
En definitiva, entender las fases del Alzheimer y realizar una valoración cuantitativa precisa a través de herramientas como las pruebas neuropsicológicas y las escalas funcionales es esencial para el diagnóstico temprano y el manejo adecuado de la enfermedad.
Estas evaluaciones permiten adaptar los cuidados y tratamientos a las necesidades específicas de cada etapa, mejorando la calidad de vida del paciente y aliviando la carga de los cuidadores.
Aunque no existe una cura, un enfoque integral y personalizado puede ralentizar la progresión de la enfermedad y proporcionar un mejor pronóstico a largo plazo.