
Jorge Román
Neuropsicólogo
La electroestimulación es una técnica que ha ganado un papel relevante en el campo de la rehabilitación neurológica gracias a sus aplicaciones diversas y su capacidad de mejorar la funcionalidad de personas con daño neurológico.
A lo largo de los últimos años, los avances tecnológicos y la investigación clínica han permitido consolidarla como una herramienta eficaz, segura y accesible para pacientes con diferentes patologías neurológicas.
Por ello, en este artículo hablaremos de los beneficios, las aplicaciones clínicas, el mecanismo de acción, las precauciones y las perspectivas futuras de la electroestimulación en la rehabilitación neurológica.
Entendiendo la electroestimulación

La rehabilitación neurológica es un campo complejo que busca recuperar o compensar funciones perdidas a raíz de lesiones del sistema nervioso central o periférico.
Accidentes cerebrovasculares (ACV), lesiones medulares, traumatismos craneoencefálicos, esclerosis múltiple y parálisis cerebral son solo algunos ejemplos de patologías que pueden beneficiarse de programas de rehabilitación especializados.
En este contexto, la electroestimulación surge como una herramienta complementaria que puede potenciar los resultados de la fisioterapia convencional.
Consiste en aplicar impulsos eléctricos controlados a través de electrodos colocados en la piel, con el fin de generar contracciones musculares o estimular nervios específicos.
Existen diferentes modalidades de electroestimulación según la intensidad, la frecuencia y la forma de onda del estímulo eléctrico, permitiendo personalizar el tratamiento según las necesidades del paciente y los objetivos terapéuticos.
En la rehabilitación neurológica, la electroestimulación se emplea tanto para prevenir complicaciones asociadas a la inmovilidad como para mejorar la recuperación funcional.
Sus aplicaciones van desde el mantenimiento de la masa muscular hasta la reeducación motora y la facilitación de movimientos voluntarios.
Breve historia de su aplicación en neurología
Aunque la electroestimulación puede parecer una técnica moderna, sus orígenes se remontan a la antigüedad. En la antigua Roma, se documentan usos de peces eléctricos para tratar el dolor.
Ya en el siglo XVIII, se realizaron experimentos más sistemáticos con electricidad, pero fue en el siglo XX cuando la investigación médica permitió el desarrollo de dispositivos seguros y efectivos.
A partir de los años 60 y 70, se popularizó la estimulación eléctrica funcional, enfocada en restaurar funciones motoras mediante impulsos eléctricos controlados.
Desde entonces, la evolución tecnológica ha permitido sistemas más portátiles, personalizables y accesibles, impulsando la integración de la electroestimulación en protocolos de rehabilitación neurológica en todo el mundo.
Cómo funciona

El principio fisiológico básico de la electroestimulación es la capacidad de la corriente eléctrica para despolarizar las membranas celulares, generando potenciales de acción en nervios o músculos. Según los parámetros utilizados, se puede:
- Estimular fibras nerviosas sensoriales para controlar el dolor mediante la teoría de la compuerta.
- Generar contracciones musculares en músculos inactivos o debilitados.
- Facilitar la reeducación motora estimulando patrones de movimiento funcionales.
- En el contexto neurológico, la electroestimulación busca aprovechar la neuroplasticidad, es decir, la capacidad del sistema nervioso para reorganizarse y generar nuevas conexiones.
Al inducir movimientos o sensaciones que el paciente no logra de forma voluntaria, se refuerzan los circuitos neuronales y se favorece la recuperación de la función motora.
Beneficios en la rehabilitación neurológica

Los beneficios de la electroestimulación en rehabilitación neurológica son múltiples y han sido respaldados por estudios clínicos. Entre los más relevantes se encuentran:
- Prevención de atrofia muscular: en pacientes con inmovilidad o debilidad severa, la estimulación eléctrica ayuda a mantener la masa y la fuerza muscular.
- Mejora del control motor: facilita el aprendizaje de patrones de movimiento, ayudando a recuperar funciones como la marcha o el agarre.
- Reducción de la espasticidad: mediante estimulación selectiva de músculos antagonistas o circuitos inhibitorios, se logra disminuir la hipertonía.
- Disminución del dolor: la estimulación sensorial puede modular vías nociceptivas, reduciendo el dolor crónico.
- Prevención de complicaciones circulatorias: al activar músculos, mejora el retorno venoso y reduce el riesgo de trombosis.
Estos beneficios permiten diseñar programas de rehabilitación más completos, donde la electroestimulación actúa como un complemento a la fisioterapia manual, el ejercicio terapéutico y la terapia ocupacional.
Aplicaciones clínicas más comunes

La electroestimulación tiene aplicaciones específicas según la patología y los objetivos de la rehabilitación neurológica. Algunas de las más frecuentes son:
Accidentes cerebrovasculares (ACV)
En pacientes con hemiparesia post-ACV, la electroestimulación funcional se utiliza para facilitar movimientos como la dorsiflexión del pie durante la marcha o la extensión de la muñeca y los dedos. Ayuda a reducir la espasticidad y mejora la coordinación.
Lesión medular
En lesiones incompletas, la electroestimulación puede activar músculos residuales y entrenar patrones de movimiento. También se emplea en programas de estimulación epidural para mejorar funciones motoras y autonómicas.
Esclerosis múltiple
La electroestimulación se utiliza para combatir la debilidad muscular y la fatiga, con programas adaptados que evitan la exacerbación de síntomas. También se exploran sus efectos sobre la espasticidad.
Parálisis cerebral
En niños con parálisis cerebral, la electroestimulación funcional puede integrarse en actividades lúdicas y terapéuticas para reforzar patrones motores adecuados y reducir contracturas.
Lesiones periféricas
Aunque el foco suele estar en patologías centrales, la electroestimulación también se usa para estimular nervios periféricos dañados y mantener la actividad muscular durante el proceso de regeneración.
Tipos de electroestimulación empleados en rehabilitación neurológica

Existen diferentes formas de electroestimulación, cada una con características específicas:
- Estimulación eléctrica funcional (FES): estimula músculos para producir movimientos funcionales, como caminar o agarrar objetos.
- Electroestimulación neuromuscular (NMES): se enfoca en generar contracciones musculares para prevenir atrofia o mejorar fuerza.
- Estimulación transcutánea nerviosa (TENS): utilizada para el control del dolor mediante estimulación sensorial.
- Estimulación epidural o implantable: técnicas avanzadas en investigación o uso limitado, que buscan activar redes neuronales de forma más directa.
La elección de la técnica depende del objetivo terapéutico, la condición del paciente y las características del sistema nervioso afectado.
Integración en programas de rehabilitación

La electroestimulación no es una terapia aislada. Para ser efectiva, se integra dentro de programas de rehabilitación individualizados que incluyen:
- Evaluación inicial completa para determinar objetivos realistas.
- Fisioterapia convencional con ejercicios terapéuticos.
- Terapia ocupacional para actividades de la vida diaria.
- Educación al paciente y la familia.
- Seguimiento y ajustes regulares del plan.
La combinación de electroestimulación con ejercicios activos mejora la plasticidad neuronal y la transferencia de las habilidades aprendidas a situaciones reales.
Precauciones y contraindicaciones
Aunque la electroestimulación es generalmente segura, existen contraindicaciones y precauciones que deben respetarse:
Contraindicaciones absolutas:
- Marcapasos o desfibriladores implantables.
- Epilepsia no controlada.
- Infecciones o heridas abiertas en la zona de aplicación.
- Tumores activos en la zona de tratamiento.
Precauciones:
- Alteraciones de la sensibilidad que dificulten percibir la intensidad.
- Piel frágil o con riesgo de lesiones.
- Embarazo (evitar especialmente en abdomen/lumbar).
- Enfermedades cardíacas graves o arritmias.
Recomendaciones:
- Evaluar al paciente antes de iniciar el tratamiento.
- Ajustar cuidadosamente la intensidad.
- Vigilar la piel bajo los electrodos.
- Supervisar siempre el uso clínico para maximizar la seguridad y eficacia.
La supervisión profesional es esencial para ajustar parámetros, garantizar la seguridad y maximizar los beneficios terapéuticos.
La electroestimulación se ha consolidado como una herramienta valiosa y versátil en la rehabilitación neurológica.
Gracias a su capacidad para prevenir la atrofia muscular, facilitar el aprendizaje motor, reducir la espasticidad y modular el dolor, complementa de forma eficaz las terapias tradicionales y amplía las opciones para un abordaje integral.
En Neuraces, estamos comprometidos con ofrecer tratamientos personalizados y basados en evidencia para acompañar a pacientes y familias en su proceso de rehabilitación neurológica.
Juntos, podemos dar los primeros pasos hacia una recuperación más completa y una vida con mayor bienestar.